Que no se apague la llama

Que no se apague la llama
De la oracion, en los creyentes

la oracion de Jabes

La Oración de Jabes

SERMÓN PREDICADO EN EL TABERNÁCULO METROPOLITANO,
NEWINGTON, EN EL AÑO 1871.
POR CHARLES HADDON SPURGEON.
“¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
1 Crónicas 4:10 (La Biblia de las Américas)
Muy poco es lo que sabemos acerca de Jabes, excepto que era más ilustre
que sus hermanos, y que fue llamado Jabes porque su madre lo dio a
luz con dolor. A veces sucede que cuando hay muchísimo dolor en los antecedentes,
habrá sumo placer en las consecuencias. Así como la furiosa
tormenta da lugar a la clara luz del sol, así la noche de llanto precede a la
mañana de gozo. El dolor es el heraldo; la alegría es el príncipe anunciado.
Cowper dice—
“La senda del dolor, y solamente esa senda,
Conduce al lugar donde el dolor es desconocido.”
En gran medida descubrimos que debemos sembrar con lágrimas antes
que podamos cosechar con gozo. Muchos de nuestros trabajos por Cristo
nos han arrancado lágrimas. Las dificultades y los desengaños han envuelto
nuestra alma en angustias. Sin embargo, aquellos proyectos que
nos han costado un mayor dolor que el ordinario, han resultado ser a menudo
nuestras empresas más honorables.
Aunque nuestra pena llamó al vástago del deseo, “Benoni,”: (‘hijo de mi
dolor’), nuestra fe ha sido capaz de darle posteriormente un nombre de
deleite: “Benjamín,” el hijo de mi mano derecha (es decir, ‘afortunado’).
Puedes esperar una bendición al servir a Dios si estás capacitado para
perseverar bajo muchos desalientos. Con frecuencia el barco tarda bastante
en regresar a puerto y es porque está detenido en el camino debido
al exceso de carga. Puedes estar seguro que su mercancía será excelente
cuando llegue al puerto.
Más ilustre que sus hermanos fue el niño que en dolor fue dado a luz
por su madre. Este Jabes, cuya meta estaba muy bien trazada, su fama
muy bien extendida, su nombre tan perdurablemente inmortalizado, era
un hombre de oración. El honor que disfrutaba no hubiera valido de nada
si no lo hubiera disputado vigorosamente y ganado equitativamente. Su
devoción fue la clave de su promoción. Los honores que vienen de Dios
son los mejores: el premio de la gracia conjuntamente con el reconocimiento
del servicio.
Cuando Jacob fue llamado Israel recibió su principado después de una
memorable noche de oración. Ciertamente esto fue mucho más honorable
para él, que si lo hubiera recibido de algún emperador terrenal como una
distinción aduladora. El mejor honor es aquel que el hombre recibe en
comunión con el Altísimo. Se nos dice que Jabes era más ilustre que sus
hermanos y su oración quedó registrada para indicarnos que él también
era un hombre más lleno de oración que sus hermanos.
Se nos dice en qué consistían las peticiones de su oración. Toda su
oración fue muy significativa e instructiva. Sólo tenemos tiempo de tomar
una frase de ella, y por cierto, se puede decir que esa única frase com2
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prende al resto, “¡Oh, si en verdad me bendijeras!” La recomiendo como
una oración para ustedes mismos, queridos hermanos y hermanas; es
una oración que estará disponible en cualquier circunstancia; una oración
para comenzar la vida cristiana; una oración al terminar nuestra vida;
una oración que nunca estará fuera de lugar en nuestras alegrías o en
nuestras tristezas.
¡Oh, que Tú, el Dios de Israel, el Dios del pacto, en verdad me bendijeras!
La misma esencia de la oración parece descansar en esas palabras,
“en verdad.” Hay muchas variedades de bendición. Algunas son bendiciones
sólo de nombre, gratifican nuestros deseos por un instante, pero permanentemente
defraudan nuestras expectativas. Encantan al ojo pero
hartan al gusto. Otras son simples bendiciones temporales: perecen con el
uso. Aunque por un momento deleiten a los sentidos, no pueden satisfacer
los más elevados anhelos del alma. Pero, “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
Yo sé que, a quien Dios bendice, será bendecido. La cosa que es
buena en sí misma, y es otorgada con la buena voluntad del donante,
producirá tanta buena fortuna a quien la recibe que bien puede ser estimada
como una bendición “en verdad,” porque nada hay comparable a
ella.
Que la gracia de Dios la impulse, que la elección de Dios la escoja, que
la prodigalidad de Dios la confiera, y entonces la donación será algo divino;
en verdad algo digno de los labios que pronuncian la bendición, y ciertamente
algo anhelado por cualquiera que busque un honor que sea sustancial
y perdurable. “¡Oh, si en verdad me bendijeras!” Considérenlo, y
verán que hay una profundidad de significado en la expresión.
Podemos contrastar esto con las bendiciones humanas, “¡Oh, si en verdad
me bendijeras!” Es muy deleitable ser bendecidos por nuestros padres
y por aquellos venerables amigos cuyas bendiciones nacen de sus corazones,
y están respaldadas por sus oraciones. Muchos pobres no han tenido
otro legado que dejar a sus hijos excepto sus bendiciones; pero la bendición
de un padre cristiano, honesto y santo, es un rico tesoro para su hijo.
Podemos pensar que sería algo muy deplorable por el resto de nuestras
vidas, si perdemos la bendición de nuestro padre. Queremos tener esa
bendición. La bendición de nuestros padres espirituales es consoladora.
Aunque no creemos en las supercherías sacerdotales, nos gusta vivir en
los afectos de quienes fueron los medios para traernos a Cristo y de cuyos
labios hemos sido instruidos en las cosas de Dios.
¡Y cuán verdaderamente preciosa es la bendición del pobre! No me extraña
que Job la atesorara como algo dulce. “Los oídos que me oían me
llamaban bienaventurado.” Si has aliviado a la viuda y al huérfano, y el
agradecimiento de ellos te es devuelto en bendiciones, la recompensa es
grande.
Pero después de todo, queridos amigos, todo lo que los padres, familiares,
santos y personas agradecidas pueden hacer al bendecirnos, se queda
muy corto de lo que deseamos tener. Oh, Señor, queremos tener las bendiciones
de las personas que nos rodean, las bendiciones que nacen de
sus corazones. Pero, “¡oh, que Tú en verdad me bendijeras!”, pues Tú
puedes bendecir con autoridad.
Las bendiciones de ellos no pueden ser más que palabras, pero las Tuyas
son eficaces. Ellos desean a menudo lo que no pueden hacer, y quieren
ofrecer lo que no tienen a su disposición, pero Tu voluntad es omnipoSermón
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tente. Creaste al mundo con una sola palabra. ¡Oh, que tal Omnipotencia
quisiera pronunciar Tu bendición! Otras bendiciones pueden traernos algún
contento pequeño, pero en Tu favor está la vida. Otras bendiciones
son simples tildes comparadas con Tu bendición. Tu bendición es el título
de derecho “para una herencia incorruptible” y que no se marchita, para
“un reino inconmovible.” Bien pudo orar David en su momento, “Ten
ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente.”
Tal vez en este lugar Jabes pudo haber contrastado la bendición de
Dios con las bendiciones de los hombres. Los hombres te bendicen cuando
te va bien. Alabarán al exitoso hombre de negocios. Nada tiene más
éxito que el éxito. Nada recibe más la aprobación del público en general
que la prosperidad de un hombre. ¡Ay!, ese público no pesa las acciones
de los hombres en las balanzas del santuario, sino en otras balanzas muy
diferentes.
Hallarás siempre gente alrededor de ti que te alabará si eres próspero.
O al igual que los amigos de Job, te condenará si sufres la adversidad. Tal
vez hay algún rasgo en sus bendiciones que pueda gustarte porque sientes
que te lo mereces. Te alaban por tu patriotismo: has sido un patriota.
Te alaban por tu generosidad: tú sabes que has sido abnegado. Pero después
de todo, ¿qué hay en el veredicto del hombre? En un juicio, el veredicto
del policía que está en la corte, o el de los espectadores que se sientan
en el tribunal, no cuentan para nada. El hombre que está siendo juzgado
siente que la única cosa que tiene alguna importancia es el veredicto
del jurado, y la sentencia del juez. Así de poco nos servirá todo lo que
hagamos, cómo nos alaban o nos censuran los demás. Sus bendiciones no
tienen gran valor. Pero, “¡Oh, si en verdad me bendijeras!” Que Tú Señor,
quisieras decir, “Bien, buen siervo y fiel.” Alaba Tú el endeble servicio que
por Tu gracia mi corazón te ha brindado. Eso sería bendecirme, en verdad.
Los hombres son a veces bendecidos por la adulación, en un sentido
muy ofensivo. Siempre hay quienes, como la zorra de la fábula, esperan
ganar el queso alabando al cuervo. Nunca vieron tal plumaje, y ninguna
voz es tan dulce como la tuya. Toda su mente está fija, no en ti, sino en lo
que pueden ganar de ti. La raza de los aduladores nunca se extingue, y el
adulado usualmente los adula también a ellos. Los adulados pueden concebir
que los hombres adulen a otros, pero todo es tan palpable y transparente
cuando la adulación se acumula sobre ellos mismos, que aceptan la
adulación con gran auto complacencia, considerándola, tal vez, como un
poco exagerada, pero después de todo, sumamente cercana a la verdad.
No somos muy capaces de aplicarle un gran descuento a las alabanzas
que otros nos ofrecen. Sin embargo, si fuéramos sabios, acercaríamos a
nuestro pecho a quienes nos censuran; y deberíamos mantener a distancia
a quienes nos alaban, pues aquellos que nos censuran en nuestra cara
no pueden en manera alguna hacer un negocio con nosotros. Pero en lo
que respecta a los que se apresuran a enaltecernos, utilizando sonoras
frases de alabanza, podemos sospechar, y rara vez seremos injustos al
sospecharlo, que hay en la alabanza que nos otorgan un motivo diferente
del que aparece en la superficie.
Tú joven, ¿estás colocado en una posición en la que Dios te honra?
Cuídate de los aduladores. ¿Has obtenido grandes propiedades? ¿Tienes
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riquezas? Allí donde hay miel siempre hay moscas. Cuídate de la adulación.
Tú jovencita, ¿la gente te encuentra bella? Siempre habrá a tu alrededor
quienes tengan sus intenciones, tal vez malas intenciones, al alabar
tu belleza. Cuídate de los aduladores. Huye de aquellos que tienen miel
sobre su lengua para ocultar el veneno de áspides que está bajo su lengua.
Piensa en la advertencia de Salomón, “No te entremetas, pues, con el
suelto de lengua.”
Clama a Dios, “Libérame de toda esta vana adulación, que asquea a mi
alma.” Así orarás a Dios más fervientemente: “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
Dame Tu bendición, que nunca dice más de lo que quiere decir,
que nunca otorga menos de lo que promete. Si tomas, entonces, la oración
de Jabes para contrastarla con las bendiciones que provienen de los hombres,
verás mucha fuerza en ella.
Pero podemos ponerla bajo otra luz y comparar la bendición que anhelaba
Jabes con aquellas bendiciones que son temporales y pasajeras.
Hay muchas mercedes que Dios nos da misericordiosamente, por las que
debemos estar muy agradecidos. Pero no debemos apartar mucho espacio
para ellas. Las podemos aceptar con gratitud, pero no las debemos convertir
en nuestros ídolos. Cuando las poseemos, tenemos mucha necesidad
de clamar: “¡Oh, si en verdad me bendijeras e hicieras que estas bendiciones
inferiores sean bendiciones reales.” Y si no las tenemos, debemos
clamar con mayor vehemencia: “Oh, que podamos ser ricos en fe, y si no
somos bendecidos con estos favores externos, que seamos bendecidos espiritualmente,
y entonces en verdad seremos bendecidos.”
Revisemos algunas de estas misericordias, y digamos una o dos palabras
acerca de ellas. Uno de los principales anhelos del corazón del hombre
es la riqueza. Es tan universal el deseo de obtenerla que casi podríamos
decir que es un instinto natural. ¡Cuántos han pensado que si la poseyeran
alguna vez, en verdad serían bendecidos! Pero hay diez mil evidencias
de que la felicidad no radica en la abundancia que un hombre posea.
Hay tantos ejemplos conocidos por todos ustedes, que no necesito
mencionarlos para demostrar que las riquezas en verdad no son una bendición.
Son más bien bendiciones aparentes que reales.
De ahí se ha dicho correctamente que, cuando vemos cuánto tiene un
hombre, lo podemos envidiar, pero si comprendiéramos cuán poco lo disfruta,
lo compadeceríamos. Algunos que han tenido las circunstancias
más favorables han tenido las mentes más desasosegadas. Aquellos que
han adquirido todo lo que han deseado, aunque sus deseos hubieran sido
todos sanos, han sido conducidos al descontento por la posesión de lo que
han tenido, ya que siempre han querido más—
“Así muere de hambre el ruin avaro en su tienda,
Cavilando sobre su oro, y renegando por querer más,
Sentado, languidece tristemente y cree que es pobre.”
Nada es más claro para quien decide observarlo, que la riqueza no es el
bien más importante a cuya llegada huye el dolor, y en cuya presencia el
gozo perenne brota. Muy a menudo la riqueza decepciona al que la posee.
Los bocadillos exquisitos se extienden sobre su mesa pero su apetito falla.
Los músicos esperan sus órdenes, pero sus oídos están sordos a todas las
melodías. Puede contar con todas las vacaciones que quiera, pero para él
la recreación ha perdido todo su encanto.
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Si es joven, la fortuna le ha venido por herencia, y hace del placer su
propósito hasta que ese juego llega a ser más fastidioso que trabajar, y la
disipación se torna peor que el trabajo monótono. Ustedes saben que las
riquezas tienen alas y como el pájaro que se posa en el árbol, de repente
vuelan. En la enfermedad y en el desaliento estos abundantes medios que
una vez parecían susurrar, “Alma, repósate,” comprueban ser pobres consoladores.
En el momento de la muerte tienden a hacer más agudo el dolor de la
separación, porque entre más se deja más se pierde. Bien podemos decir
si somos ricos: “Dios mío, no me deseches juntamente con estas cáscaras.
No permitas jamás que haga un dios de la plata y del oro, de los bienes y
de los muebles, de las propiedades y de las inversiones que en Tu Providencia
me has dado. Te suplico que en verdad me bendigas. En cuanto a
estas posesiones mundanas, serán mi perdición a menos que tenga Tu
gracia con ellas.”
Y si no tienen riquezas, y tal vez la mayoría de ustedes nunca las tendrán,
digan: Padre mío, me has negado este bien externo y aparentemente
bueno, pero enriquéceme con Tu amor. Dame el oro de Tu favor, en verdad
bendíceme. Y concédeles a otros lo que Tú quieras, Tú dividirás mi
porción, mi alma esperará Tu voluntad de cada día. En verdad bendíceme
y estaré contento.”
Otra bendición pasajera que nuestra pobre humanidad codicia con
afecto y persigue con ansias, es la fama. En este respecto deseamos vehementemente
ser más honorables que nuestros hermanos y superar a
todos nuestros competidores. Nos parece natural desear hacernos de un
nombre y ganar alguna distinción en el círculo en el que nos desenvolvemos
a como dé lugar, y deseamos hacer ese círculo más amplio si pudiéramos.
Pero aquí, como en las riquezas, es innegable que la fama más
grande no trae con ella una medida igual de gratificación.
En la búsqueda de notoriedad y honor, los hombres tienen un grado de
placer tratando de alcanzar lo que no siempre poseen cuando ellos han
alcanzado su objetivo. Algunos de los hombres más famosos también han
sido de los más infelices de la raza humana. Si tú tienes honor y fama,
acéptalos. Pero eleva esta oración: “Dios mío, en verdad bendíceme, pues
qué beneficio sería que mi nombre estuviera en diez mil bocas pero que Tú
lo escupieras de la Tuya. Qué importa que mi nombre estuviera inscrito
en mármol, si no está inscrito en el libro de la vida del Cordero. Estas
bendiciones son sólo bendiciones aparentes, bendiciones de viento, bendiciones
que se burlan de mí. Dame tu bendición, entonces el honor que
viene de Ti me bendecirá, en verdad.”
Si sucede que has vivido en la oscuridad y nunca has entrado en las
listas de honores hechas por quienes te rodean, quédate contento de correr
bien tu propia carrera y cumplir verdaderamente con tu propia vocación.
La falta de fama no es el más penoso de los males. Es peor tener eso
que es tan fugaz como la nieve, que en la mañana cubre de blanco el suelo
y desaparece cuando calienta el día. ¿Qué le importa a un muerto lo
que los hombres hablen de él? Obtén en verdad la bendición.
Hay otra bendición temporal que los hombres sabios desean y legítimamente
pueden anhelar por sobre las otras dos: la bendición de la salud.
¿Podremos jamás valorarla lo suficiente? Menospreciar tal bendición es la
locura de la insensatez. Los más grandes elogios que puedan darse a la
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salud no serían extravagantes. Quien tiene un cuerpo sano es infinitamente
más bendecido que el que está enfermo, independientemente de
cuántas propiedades tenga. Sin embargo si yo tengo salud y mis huesos
son sólidos y mis músculos están bien firmes, si escasamente conozco lo
que es una dolencia o una pena, y me puedo levantar en la mañana y con
paso elástico y firme dirigirme a mi labor; si me puedo acostar en mi cama
en la noche y dormir el sueño de quienes son felices, ¡oh, que no me gloríe
en mi fortaleza! En un instante mi salud me puede fallar. Unas cuantas
semanas breves pueden convertir al hombre fuerte en un esqueleto. Me
puedo volver tísico y las mejillas pueden palidecer con la sombra de la
muerte. Que no se gloríe el hombre fuerte en su fortaleza. El Señor “No se
deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre.”
Y no debemos jactarnos en lo relativo a estas cosas.
Ustedes que gozan de buena salud deben decir: “mi Dios, en verdad
bendíceme. Dame un alma sana. Sáname de mis males espirituales. Jehová
mi sanador, ven y límpiame de la lepra que está en mi corazón por
naturaleza: hazme sano en sentido celestial, para que no sea apartado entre
los inmundos, sino que se me permita estar en medio de la congregación
de Tus santos. Bendice mi salud corporal para que la pueda usar
rectamente, gastando la fuerza que tengo en Tu servicio y para Tu gloria;
pues si no, aunque sea bendecido con salud, podría no ser bendecido en
verdad.”
Algunos de ustedes, queridos amigos, no poseen el gran tesoro de la salud.
Tienen asignados días y noches pesados. Los huesos de ustedes se
han convertido en un almanaque en el que observan los cambios del clima.
Hay muchas cosas en ustedes que excitan a la piedad. Pero yo ruego
para que puedan tener en verdad la bendición y yo sé lo que es eso. Puedo
comprender de todo corazón a la hermana que me dijo el otro día: “Yo tenía
mucha cercanía con Dios cuando estaba enferma, una seguridad muy
completa, y mucha alegría en el Señor. Y lamento decir que esa cercanía
la he perdido ahora; casi desearía estar enferma otra vez, para tener una
renovación de la comunión con Dios.”
Muchas veces he mirado con agradecimiento a mi habitación de enfermo.
Tengo la certeza que nunca he crecido en la gracia divina, ni aun en
la mitad de ella, como en la cama del dolor. No debería ser así. Nuestras
misericordias gozosas deberían ser grandes fertilizantes para nuestro espíritu.
Pero con frecuencia nuestras aflicciones son más saludables que
nuestras alegrías. El cuchillo que poda es mejor para algunos de nosotros.
Después de todo, lo que tengan que sufrir ustedes a causa de debilidad,
de pena, de angustia, puede ser enfrentado con la divina presencia para
que esta ligera aflicción pueda producirles un peso eterno de gloria, y así
ustedes puedan ser en verdad bendecidos.
Solamente voy a considerar una misericordia temporal más, la cual es
muy preciosa. Me refiero a la bendición del hogar. No pienso que nadie la
pueda valorar excesivamente, o hablar demasiado bien de ella. ¡Qué bendición
es tener la chimenea, y las amadas relaciones que se reúnen alrededor
de la palabra “hogar”, esposa, niños, padre, hermano, hermana! No
hay canciones en ningún idioma que estén más llenas de música que
aquellas dedicadas a la “Madre.” Oímos nosotros mucho acerca de la frase
“Madre Patria”, nos gusta el sonido pero la palabra, “Madre”, lo constituye
todo. La “tierra” no es nada. “Madre” es la clave de la música. Muchos de
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nosotros, así lo espero, somos bendecidos con varias de estas relaciones.
No debemos contentarnos en solazar nuestras almas con lazos que deben
ser pronto cercenados. Debemos pedir que sobre ellos pueda venir en verdad
la bendición.
Te doy las gracias, mi Dios, por mi padre terrenal. Pero oh, ¡sé Tú mi
Padre, y entonces soy bendecido en verdad! Te agradezco, mi Dios, por el
amor de una madre. Pero consuela Tú mi alma como consuela una madre;
entonces soy en verdad bendecido. Te agradezco a Ti, Salvador por el lazo
del matrimonio pero ¡sé Tú el novio de mi alma! Te agradezco por el lazo
de la hermandad. Pero sé Tú mi hermano nacido para apoyo en la adversidad,
hueso de mi hueso, y carne de mi carne.
Valoro el hogar que Tú me has dado, y te doy las gracias por él. Pero yo
quisiera habitar en la casa del Señor para siempre. Quisiera ser un niño
que nunca se extravía (no importa donde vayan mis pies) de la casa de mi
Padre con sus muchas mansiones. Así puedes en verdad ser bendecido. Si
no estás ubicado bajo el cuidado paterno del Todopoderoso, aún la bendición
del hogar, con todos sus dulces consuelos familiares, no alcanza a la
bendición que Jabes deseaba para sí mismo.
¿Pero le hablo hoy a alguien que esté separado de sus parientes y amigos?
Yo sé que algunos de ustedes han dejado atrás, en el campamento
temporal de la vida, tumbas donde partes de sus corazones están enterradas
y lo que queda de su corazón está sangrando a través de muchas
heridas. ¡Ah, bien, que el Señor los bendiga, en verdad!
Viuda, tu Hacedor es tu esposo. Huérfano, Él ha dicho. “No os dejaré
huérfanos; vendré a vosotros.” Oh, descubrir todas las relaciones integradas
en Él, ¡entonces serás en verdad bendecido! He pasado tal vez demasiado
tiempo mencionando estas bendiciones temporales, así que déjenme
poner el texto bajo otra luz. Confío que hemos tenido bendiciones humanas
y bendiciones temporales como para llenar nuestros corazones de alegría,
pero no para ensuciar nuestros corazones con las cosas del mundo,
o distraer nuestra atención de las cosas que pertenecen a nuestro bienestar
eterno.
Procedamos, en tercer lugar, a hablar de las bendiciones imaginarias.
Hay bendiciones de ese tipo en el mundo. Que Dios nos libre de ellas.
“¡Oh, si en verdad me bendijeras!” Vean al fariseo. Él estaba en la casa del
Señor, y pensó que tenía la bendición del Señor, y eso lo hizo atrevido, y
habló con auto complacencia untuosa, “Dios, te doy gracias porque no soy
como los otros hombres,” y otras cosas. Pensó que tenía la bendición, y en
verdad él suponía que la merecía. Había ayunado dos veces a la semana,
había pagado los diezmos de todo lo que poseía, hasta un centavo por la
menta, y otra monedita por el comino que había usado. Sintió que ya
había hecho todo. La suya era la bendición de una quieta conciencia tranquila.
Él era un hombre bueno y sin complicaciones. Un ejemplo para la
comunidad. Era una pena que todos no vivieran como él. Si así lo hubieran
hecho, no hubieran requerido de la policía. Pilatos habría dado de baja
a sus guardias y Herodes a sus soldados. Era una de las más excelentes
personas que hayan respirado jamás. ¡Adoraba a la ciudad de la cual
era ciudadano! Ay, pero no había sido bendecido, en verdad. Todo esto era
su presuntuosa arrogancia. No era sino un simple charlatán, nada más; y
la bendición que creía que había caído sobre él, no había llegado jamás.
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El pobre publicano a quien él creyó maldecido, regresó a su hogar justificado,
en vez de él. La bendición no había caído sobre el hombre que pensó
que la tenía. Oh, que todos nosotros sintamos el aguijón de este reproche,
y oremos: “Grandioso Dios, sálvanos de imputarnos una justicia que
no poseemos. Sálvanos de envolvernos en nuestros propios harapos e
imaginar que nos hemos puesto vestidos para la boda. Bendíceme, en
verdad. Permíteme tener la verdadera justicia. Permíteme tener aquello
valioso que Tú puedes aceptar, que es la fe en Jesucristo.”
Otra forma de esta bendición imaginaria se encuentra en personas que
despreciarían que se les considere como que tienen justicia propia. Su engaño,
sin embargo, es pariente cercano de aquel. Los oigo cantar—
“Yo creo, yo creeré
Que Jesús murió por mí,
Y en su Cruz vertió Su sangre,
Para liberarme del pecado.”
Tú lo crees, dices. Bien, pero ¿cómo lo sabes? ¿Sobre la base de cuál
autoridad estás tan seguro? ¿Quién te lo dijo? “Oh, yo lo creo.” Sí. Pero
debemos cuidarnos de lo que creemos. ¿Tienes una clara evidencia de un
interés especial en la sangre de Jesús? ¿Puedes dar algunas razones espirituales
para creer que Cristo te ha liberado del pecado? Me temo que algunos
poseen una esperanza que no tiene ninguna base sólida, como un
ancla sin sus ganchos, nada para aferrarse, nada para afirmarse. Dicen
que son salvos, y se apegan a ello, y piensan que es malo dudarlo.
Pero sin embargo no tienen razón para garantizar su confianza. Cuando
los hijos de Coat llevaron el arca y la tocaron con sus manos, lo hicieron
correctamente. Pero cuando Uza la tocó, murió. Hay quienes están inclinados
a estar completamente seguros. Hay otros para quienes será la
muerte hablar de ello. Hay una gran diferencia entre la suposición y la
completa seguridad.
La completa seguridad es razonable, está basada en terreno sólido. La
suposición da por hecho y con descaro pronuncia que es suyo aquello a lo
que no tiene ningún derecho. Les ruego que tengan mucho cuidado en
suponer que son salvos. Si con tu corazón confías en Jesús, entonces eres
salvo. Pero si tan sólo dices, “Confío en Jesús,” eso no te salva. Si tu corazón
ha sido renovado, si odias las cosas que antes amaste, y amas las cosas
que antes odiaste; si te has arrepentido realmente; si hay un cambio
completo en tu mente; si has nacido de nuevo, entonces tienes razón para
alegrarte. Pero si no hay un cambio vital, si no hay una piedad interna, si
no hay amor a Dios, ni oración, ni ninguna obra del Espíritu Santo, entonces
cuando dices: “soy salvo,” no es sino tu propia afirmación. Podrá
engañarte, pero no te librará.
Nuestra oración debe ser, “Oh, si en verdad me bendijeras con una fe
real, con una salvación real, con la confianza en Jesús que es lo esencial
de la fe. No con la vanagloria que engendra credulidad. ¡Que Dios nos preserve
de bendiciones imaginarias!” He conocido a personas que dicen:
“Creo que soy salvo porque lo soñé.” O, “recibí un texto de la Escritura
que se aplicaba a mi caso. Un predicador que es un buen hombre dijo esto
y esto en su sermón.” O, “porque me puse a llorar y estaba emocionado y
sentí lo que nunca había sentido.” ¡Ah!, pero nada se sostendrá en el juicio
sino esto, “¿Renuncias a toda confianza en todo lo que no sea la obra
terminada de Jesús, y vienes a Cristo para ser reconciliado en Él con
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Dios?” Si no, tus sueños, tus visiones y tus fantasías no son sino sueños,
visiones y fantasías, y no te servirán de nada cuando más las necesites.
Ruega al Señor que te bendiga en verdad, pues hay una gran escasez de
esa verdad preciosa en tu caminar y en tu hablar.
Demasiado me temo, que inclusive aquellos que son salvos, salvos en el
tiempo y la eternidad, necesitan esta advertencia, y tienen una buena
causa para decir esta oración, para que puedan aprender a hacer distinción
entre algunas cosas que creen que son bendiciones espirituales, y
otras que son verdaderas bendiciones. Déjenme mostrarles lo que quiero
decir. ¿Es en verdad una bendición que obtengas una respuesta a tu oración
surgida de tu capricho? A mí me gusta siempre restringir mi oración
más sincera con, “pero no sea como yo quiero, sino como tú.” No sólo debo
hacerlo sino que así quiero hacerlo, porque de otra manera podría pedir
algo que sería peligroso que yo recibiera. Dios en ira podría dármelo y
encontraría poca dulzura en ese otorgamiento, y mucho dolor en la aflicción
que me causaría. Ustedes recuerdan cómo el Israel de la antigüedad
pidió carne, y dios le dio codornices. Pero cuando todavía estaba la carne
en sus bocas, la ira de Dios cayó sobre ellos. Pidan la carne, si quieren,
pero siempre agreguen, “Señor, si esto no es una bendición real, no me la
des.” “En verdad bendíceme.”
Rara vez me gusta repetir la vieja historia de la buena mujer cuyo hijo
estaba enfermo, un niñito a las puertas de la muerte. Ella le rogó al ministro,
un puritano, que orara por su vida. Él oró fervorosamente, pero agregó,
“si es Tu voluntad, salva a este niño.” La mujer dijo, “no puedo tolerar
eso, debo pedirle que ore para que el niño viva. No agregue ni si, ni pero.”
“Mujer, dijo el ministro, puede ser que vivas para lamentar el día que deseaste
poner tu voluntad contra la voluntad de Dios.” Veinte años después
se la llevaron víctima de un desmayo que había sufrido bajo la horca de
Tyburn, en donde ese hijo fue ejecutado por ser un criminal. Aunque
había vivido para ver a su hijo crecer y llegar a ser hombre, hubiera sido
infinitamente mejor para ella que el niño hubiera muerto, e infinitamente
más sabio que lo hubiera dejado a la voluntad de Dios. No estén tan completamente
seguros que lo que consideran una respuesta a una oración es
prueba de amor divino. Puede abrirte mucho espacio si buscas al Señor,
diciendo, “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
Así que un gran alborozo de espíritu y una vivacidad del corazón, aunque
sean alegría religiosa, pueden no ser siempre una bendición. Nos deleitamos
en ello, y oh, algunas veces, hemos tenido reuniones de oración
aquí, ¡y el fuego ha ardido, y nuestras almas se han encendido! Sentíamos
en ese momento cómo podíamos cantar—
“Con gusto mi alma permanecería
En un cuerpo como este,
Y sentada se pasaría cantando
A la eterna dicha.”
En la medida que eso era una bendición estamos agradecidos por ello.
Pero yo no podría destacar estas ocasiones como si mis regocijos fueran la
principal prueba del favor de Dios. O como si fueran los principales signos
de Su bendición. Tal vez sería una mayor bendición para mí, estar quebrantado
en espíritu y yacer humillado ante el Señor en el tiempo presente.
Cuando tú pides la máxima alegría, y ruegas estar sobre la montaña
con Cristo, recuerda que puede ser una grande bendición, sí, en verdad
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una bendición ser llevado al Valle de la Humillación, yacer muy bajo y estar
obligado a exclamar con angustia, “¡Señor, sálvame, o perezco!”—
“Si hoy Él se digna bendecirnos
Con un sentido de pecado perdonado,
Él mañana puede angustiarnos,
Hacernos sentir la plaga interior,
Todo para que nos sintamos
Enfermos de nosotros, y apegados a Él.”
Estas experiencias variables nuestras, pueden ser bendiciones en verdad
para nosotros. Si hubiéramos estado siempre regocijándonos, podríamos
haber sido como Moab, reposando sobre nuestros sedimentos, y
sin ser vaciados de vasija en vasija.
Les va mal a aquellos que no tienen cambios. No temen a Dios. Queridos
amigos, ¿no hemos envidiado algunas veces a aquellas personas que
están siempre en calma y sin preocupaciones, y nunca tienen su mente
perturbada? Bien, hay cristianos cuya uniformidad de temperamento merece
ser emulada. Y en cuanto a ese reposo calmado, esa inquebrantable
seguridad que viene del Espíritu de Dios, es un logro delicioso. Pero no estoy
seguro que debamos envidiar la suerte de nadie porque esté más tranquilo
o menos expuesto a tormentas y tempestades que las nuestras.
Hay peligro en decir, “paz, paz,” en donde no hay paz, y hay una calma
que es originada por la insensibilidad. Hay tontos que engañan a sus propias
almas, “no tienen dudas,” dicen, pero es porque escudriñan muy poco
en su corazón. No tienen ansiedades, porque no tienen mucha iniciativa
ni muchas ocupaciones que los muevan. O puede ser que no tengan
penas porque no tienen vida. Mejor ir al cielo cojo o mutilado, que ir marchando
con confianza hacia el Infierno. “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
Dios mío, no envidiaré a nadie por sus dones o sus gracias, mucho menos
por su estado de ánimo íntimo o sus circunstancias externas, si tan solo
Tú “en verdad me bendijeras.”
No tendré consuelo a menos que Tú me consueles, ni tendré ninguna
paz sino en Cristo, mi paz, ni descanso alguno sino el que viene por el
dulce sabor del sacrificio de Cristo. Cristo será todo en todo, y nada será
algo para mí, excepto Él mismo. ¡Oh que pudiéramos sentir siempre que
no debemos juzgar la manera de la bendición, sino dejarla a Dios para
que nos dé lo que debemos tener! No la bendición imaginaria, la bendición
superficial y aparente, sino la bendición verdadera.
Igualmente, también, en lo que respecta a nuestro trabajo y servicio,
creo que nuestra oración debería ser siempre, “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
Es lamentable ver el trabajo de algunos buenos hombres, aunque
no está en nosotros juzgarlos. Cuán pretencioso, pero cuán poco real es.
Es realmente chocante pensar cómo algunos hombres pretenden construir
una Iglesia en el curso de dos o tres noches. Reportarán en una sección
de los periódicos que hubo cuarenta y tres personas convictas de pecado,
y cuarenta y seis justificadas, y algunas veces treinta y ocho santificadas.
No sé qué dan, además de estadísticas maravillosas, para todo lo que es
realizado.
He observado congregaciones que han sido reunidas velozmente y
grandes adiciones se han hecho de repente a la iglesia. ¿Y qué ha sido de
ellas? ¿Dónde están esas iglesias en el momento presente? Los desiertos
más lúgubres de la cristiandad son aquellos lugares que fueron fertilizados
por el estiércol ostensible de ciertos avivamientos falsos. Toda la igleSermón
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sia pareció haber gastado su fuerza en un arrebato y en un esfuerzo por
buscar algo y terminó en nada. Construyeron su casa de madera y apilaron
el heno, e hicieron una pila de rastrojos que parecía alcanzar los cielos,
y entonces cayó una chispa, y todo se fue en humo. Y el que vino a
laborar la siguiente ocasión, el sucesor del gran constructor, tuvo que
hacer que se barrieran las cenizas antes de que él pudiera hacer algo
bueno.
La oración de todos los que sirven a Dios debería ser, “¡Oh, si en verdad
me bendijeras!” Trabajemos con perseverancia, trabajemos con perseverancia.
Aunque sólo construya una pieza pequeña en mi vida, y nada
más, si es de oro, o de piedras preciosas, es mucho para que un hombre
lo haga. De tan precioso material como ese, aun construir una esquina
pequeña que no se vea, es un servicio digno. No se hablará mucho de él,
pero durará. Ahí está el punto, durará. “Y la obra de nuestras manos confirma
sobre nosotros; sí, la obra de nuestras manos confirma.” Si no somos
constructores en una iglesia establecida, es de poca utilidad intentarlo.
Lo que Dios establece permanecerá, pero lo que los hombres construyen
sin Su establecimiento ciertamente se convertirá en nada. “¡Oh, si en
verdad me bendijeras!”
Maestro de escuela dominical, que ésta sea tu oración. Distribuidor de
folletos, predicador local, cualquier cosa que seas, querido hermano o
hermana, cualquiera que sea tu forma de servicio, pídele al Señor que no
seas uno de esos constructores de yeso que usan componentes falsos que
solamente requieren una cierta cantidad de hielo e intemperie para que se
deshagan en pedazos. Si no puedes construir una catedral, construye
cuando menos una parte del maravilloso templo que Dios está apilando
para la eternidad, el cual durará más que las estrellas.
Tengo que mencionar otra cosa antes de concluir este sermón. Las
bendiciones de la gracia de Dios son bendiciones en verdad, las cuales debemos
buscar con denuedo. Por estas marcas las conocerás. Bendiciones,
en verdad, son las que nos vienen por la Mano perforada, bendiciones que
vienen del sangriento árbol del Calvario, que fluyen del costado herido del
Salvador, tu perdón, tu aceptación, tu vida espiritual, el pan que es carne
en verdad, la sangre que es bebida en verdad, tu unión con Cristo, y todo
lo que viene de ello, esas son en verdad bendiciones.
Cualquier bendición que viene como resultado de la obra del Espíritu
es en verdad una bendición. Aunque te humille, aunque te despoje, aunque
te mate, es en verdad una bendición. Aunque abra surco tras surco
en tu alma y el arado corte profundamente en tu mismo corazón, aunque
quedes manco y herido, y te den por muerto, aún así, si el Espíritu de
Dios lo hace, es en verdad una bendición. Si Él te da convicción de pecado,
de justicia y de juicio, aunque hasta ahora no hayas sido traído a
Cristo, es en verdad una bendición.
Cualquier cosa que Él haga, acéptala. No dudes de ello. Debes orar para
que Él continúe Su bendita obra en tu alma. Cualquier cosa que te
conduzca a Dios es, de la misma manera, una bendición en verdad. Las
riquezas no lo pueden hacer. Puede haber una pared de oro entre Dios y
tú. La salud no lo puede hacer, aun la fuerza y la médula de tus huesos te
pueden mantener a distancia de tu Dios. Pero todo lo que te traiga más
cerca de Él es en verdad una bendición. ¿Y qué pasa si es una cruz la que
te levanta? Si te levanta hacia Dios, será una bendición, en verdad.
12 La Oración de Jabes Sermón #994
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Cualquier cosa que llegue hasta la eternidad, como una preparación
para el mundo venidero; cualquier cosa que podamos transportar a través
del río, el santo gozo que florecerá en esos campos más allá de la crecida
corriente, el amor puro sin nubes de la hermandad que constituirá la atmósfera
de la verdad para siempre, cualquier cosa de este tipo que tenga
la ancha flecha eterna, la marca inmutable, es en verdad una bendición. Y
cualquier cosa que me ayude a glorificar a Dios es en verdad una bendición.
Si estoy enfermo y eso me ayuda a alabarlo, es en verdad una bendición.
Si soy pobre, y puedo servirlo mejor a Él en la pobreza que en la
abundancia, es en verdad una bendición. Si soy despreciado me regocijaré
en ese día y daré saltos de gozo si es por causa de Cristo, porque entonces,
es en verdad una bendición. Si mi fe se quita el disfraz, y arrebata la
visera de la bella frente de la bendición, y cuenta como alegría caer en diversas
pruebas por causa de Jesús y la recompensa del premio que Él ha
prometido, es en verdad una bendición. “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
Ahora los envío a casa con estas tres palabras. “Escudriñen.” Vean si
las bendiciones son en verdad bendiciones, y no se den por satisfechos a
menos que sepan que son de Dios, señales de Su gracia y prendas de Su
propósito de salvación. “Pesen.” Esa será la siguiente palabra. Cualquier
cosa que tengan pésenla en la balanza, y verifiquen que sea en verdad
una bendición que les confiera tal gracia que los haga abundar en amor, y
abundar en toda buena palabra y obra. Y, por último, “Oren.” Sí, oren, para
que esta oración se pueda mezclar con todas sus oraciones, para que
por todo lo que Dios conceda o por todo lo que Él retenga puedan ser bendecidos,
en verdad.
¿Es tiempo de alegría para ustedes? Oh, que Cristo pueda sazonar la
alegría de ustedes e impedir que la intoxicación de las bendiciones terrenales
los aparten de caminar cerca de Él. En la noche del dolor rueguen
para que Él los bendiga, en verdad, no sea que el ajenjo los intoxique y los
emborrache, no sea que las aflicciones de ustedes los hagan pensar duramente
de Él.
Oren por la bendición, que al recibirla, los hace ricos para todos los
propósitos de gloria, o que si falta, los hace pobres y desamparados, aunque
su bodega esté completamente llena. “Si tu presencia no ha de ir
conmigo, no nos saques de aquí.” Pero, “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
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Oren diariamente por los hermanos Allan Roman y Thomas Montgomery,
en la Ciudad de México. Oren porque el Espíritu Santo de nuestro Señor
los fortifique y anime en su esfuerzo por traducir los sermones
del Hermano Spurgeon al español y ponerlos en Internet.
Sermón #994 – Volumen 17
The Prayer of Jabes

libro de mateo cap 1

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Manual de intercesion. 1

Oración

De Intercesión













HARVESTIME INTERNATIONAL INSTITUTE









Este manual es un de los cursos de varios módulos del plan de estudios que lleva a los creyentes de la visualización a través de la delegación, multiplicación, organización, y movilización para lograr la meta de evangelización.



Éstos cursos están disponibles vía Internet gratuitamente o en ficheros de computadora a un pequeño costo. Para informaciones adicionales sobre los cursos escriba a:













Harvestime International Institute

Instituto Internacional Tiempo de Cosecha

3092 Sultana Dr.

Madera, California 93637,

USA

© Harvestime International Institute




CONTENIDO







Cómo Usar Este Manual, 3

Sugerencias Para Estudio En grupo, 3

Introducción, 5

Objetivos, 5





1. Una Introducción A La Oración, 7



2. Oración de Intercesión, 13



3. Recursos Espirituales Para La Intercesión, 18



4. Cómo Interceder, 29



5. Estorbos A La Intercesión Eficaz, 39



6. Usando La Oración Modelo Para Interceder, 42



7. Intercediendo Por El Reavivamiento, 52



8. Empezando Y Permaneciendo, 64



Apéndice Uno: Índice De Oraciones En La Biblia, 73



Apéndice Dos: Guía de Estudio: Intercesión Bíblica, 83



Respuestas De La Sección Prueba Personal, 84


CÓMO USAR ESTE MANUAL


EL FORMATO DEL MANUAL



Cada lección consiste de:



Objetivos: Éstas son las metas que usted debe lograr estudiando el capítulo. Léalos antes de empezar la lección.



Versículo Llave: Este versículo da énfasis al concepto principal del capítulo. Memorícelo.



Contenido del Capítulo: Estudie cada sección. Use su Biblia para buscar cualquier referencia que no fue imprimada en el manual.



Prueba Personal: Haga esta prueba después de que usted terminar de estudiar el capítulo. Intente contestar las preguntas sin usar su Biblia o este manual. Cuando usted ha concluido esta prueba, verifique sus respuestas en la sección de las respuestas proporcionada al final del manual.



Para Estudio Adicional: Esta sección le ayudará a continuar su estudio de la Palabra de Dios, mejorará sus habilidades de estudio, y aplicará lo que usted ha aprendido a su vida y ministerio.



Examen Final: Si usted esta matriculado en este curso para recibir los créditos e diploma, usted recibió un examen final juntamente con este curso. En la conclusión de este curso, usted debe completar este examen y debe devolverlo para obtener el grado.


MATERIALES ADICIONALES NECESARIOS



Usted necesitará solamente de una versión de la Biblia Reina Valera Actualizada.


SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO EN GRUPO


PRIMERA REUNIÓN



Abriendo: Abra con oración e introducciones. Conozca y matricule a los estudiantes.



Establezca los Procedimientos Del Grupo: Determine quién conducirá las reuniones, el horario, lugar, y fechas para las sesiones.



Alabanza Y Adoración: Invite la presencia del Espíritu Santo en su sesión de entrenamiento.



Distribuya los Manuales A los Estudiantes: Introduzca el título del manual, formato, y objetivos del curso proporcionados en las primeras páginas del manual.



Haga La Primera Tarea: Los estudiantes leerán los capítulos determinados y harán la prueba personal para la próxima reunión. El número de capítulos que usted enseñará por sesión dependerá del tamaño del capítulo, contenido, y de las habilidades de su grupo.

SEGUNDA Y LAS REUNIONES SIGUIENTES



Abriendo: Ore. Dé las bienvenidas y matricule a cualquier nuevo estudiante. También dales un manual. Vea quien está presente o ausente. Tenga un tiempo de alabanza y adoración.



Revisión: Presente un breve resumen de lo que usted enseñó en la última reunión.



Lección: Discuta cada sección del capítulo usando los TÍTULOS EN LETRAS MAYÚSCULAS Y EN NEGRITO como un esbozo de la enseñanza. Pida a los estudiantes que hagan preguntas o comentarios sobre lo que ellos han estudiado. Aplique la lección a las vidas y ministerios de sus estudiantes.



Prueba Personal: Repase con los estudiantes la prueba que ellos han completado. (Nota: Si usted no quiere que los estudiantes tengan el acceso a las respuestas, usted puede quitar las páginas con las respuestas en la parte final de cada manual).



Para Estudio Adicional: Usted puede hacer estos proyectos en una base individual o en grupo.



Examen Final: Si su grupo está matriculado en este curso para los créditos y Diploma usted recibió un examen final con este curso. Reproduzca una copia para cada estudiante y administre el examen en la conclusión de este curso.


INTRODUCCIÓN



Usted está a punto de empezar una aventura espiritual excitante. A través de las páginas de este manual usted aprenderá sobre un recurso sobrenatural poderoso disponible al Cuerpo de Cristo que es la oración de intercesión.



En este estudio usted aprenderá lo qué es la oración de intercesión y cómo hacerla usando eficazmente los recursos espirituales dinámicos que se han delegado para este propósito. Usted aprenderá por lo qué orar, cómo superar los estorbos a la oración de intercesión, y cómo empezar y permanecer.



Su vida espiritual y ministerio nunca serán de nuevo el mismo. ¿Usted está listo a empezar su jornada a este destino espiritual excitante?



Hay un lugar dónde usted puede tocar los ojos

De hombres ciegos y cambiarlos en visión perfecta instantáneamente;

¡Hay un lugar dónde usted puede decir “Levántese!”

A los cautivos agonizantes, limitados en cadenas de noche.

Hay un lugar dónde usted puede alcanzar el depósito

De oro acumulado y librarlo para el Señor;

Hay un lugar en alguna tierra distante

Donde usted puede enviar el obrero y la Palabra;

Hay un lugar dónde el poder resistente del cielo

Sensiblemente se mueve a causa de tuya súplica insistente;

Hay un lugar - una hora secreta silenciosa -

Donde el propio Dios desciende y lucha por usted.

¿Dónde ese lugar secreto está? ¿Usted pregunta dónde?

¡Ó alma, es el lugar secreto de la oración!



- Escritor Desconocido






OBJETIVOS DEL CURSO



Al concluir este curso usted será capaz de:



n Definir oración.

n Explicar cómo la oración es contestada.

n Resumir el papel de la oración en la vida de Jesucristo.

n Identificar los niveles de oración.

n Identificar los tipos diferentes de oración.

n Definir la oración de intercesión.

n Explicar la base Bíblica del ministerio del creyente como un intercesor.

n Identificar a Jesucristo como nuestro modelo para la intercesión.

n Describir cómo la intercesión se hace.

n Explicar por qué la intercesión es importante.

n Use los recursos espirituales para la intercesión, incluyendo el poder y autoridad delegado, atar y desatar, el Nombre de Jesús, la sangre de Jesús, y el ayuno.

n Explicar cómo interceder.

n Resumir los principios para la intercesión eficaz.

n Identificar por lo qué interceder.

n Usar las promesas de Dios para interceder.

n Identificar y eliminar los estorbos a la intercesión eficaz.

n Saber cuando no orar.

n Proporcionar referencias bíblicas para ambas las versiones de la oración modelo.

n Explicar por qué la oración del Señor realmente es una oración de intercesión.

n Recitar la oración modelo de memoria.

n Usar la oración modelo como una guía para la intercesión.

n Definir reavivamiento.

n Explicar cómo nosotros podemos prepararnos para el reavivamiento.

n Reconocer cuando el reavivamiento se necesita.

n Identificar as evidencias de una condición del descarriamiento.

n Resumir los principios bíblicos del reavivamiento.

n Identificar los obstáculos al reavivamiento.

n Explicar cómo usar el “plan de reavivamiento de Dios” para interceder por el reavivamiento.

n Hacer un plan para la oración organizada.

n Crear un manual de oración personal.

n Comprometerse con la intercesión internacional.

n Identificar los problemas en empezar y permanecer.

n Comprometerse con el ministerio de intercesión.




CAPÍTULO UNO

UNA INTRODUCCIÓN A LA ORACIÓN







OBJETIVOS:



Al concluir este capítulo usted será capaz de:



n Definir la oración.

n Explicar cómo la oración es contestada.

n Resumir el papel de la oración en la vida de Jesucristo.

n Identificar los niveles de oración.

n Identificar los tipos diferentes de oración.





VERSÍCULOS CLAVES:



“Pedid, y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá” (Mateo 7:7-8).






INTRODUCCIÓN



Este capítulo introduce el asunto de la oración. Usted aprenderá la definición de oración y la importancia que Jesús colocó en ella. Usted aprenderá cómo la oración es contestada y los niveles y tipos diferentes de oración.


DEFINICIÓN DE ORACIÓN



Oración es comunicación con Dios. Toma formas diferentes, pero básicamente ocurre cuando el hombre habla con Dios y Dios habla con el hombre. La oración se describe como:



n Invocar el nombre del Señor: Génesis 12:8

n Clamar a Dios: Salmos 27:7; 34:6

n Acercarse de Dios: Salmos 73:28; Hebreos 10:22

n Buscar: Salmos 5:3

n Alzar el alma: Salmos 25:1

n Alzar el corazón: Lamentaciones 3:41

n Derramar el corazón: Salmos 62:8

n Derramar el alma: 1 Samuel 1:15

n Clama a los Cielos: 2 Crónicas 32:20

n Pedir al Señor: Éxodo 32:11

n Implorar a Dios: Job 8:5

n Buscar el rostro del Señor: Salmos 27:8

n Hacer súplicas: Job 8:5; Jeremías 36:7



La oración no es simplemente hablar con Dios, pero involucra también escucharlo. Oración es comunicación, y una conversación unilateral ciertamente no es comunicación. Cuando usted ora, espere que Dios le hable. A menudo Él hará esto a través de Su Palabra escrita o por una “pequeña voz silenciosa” que parece “hablar” a su corazón. A veces Él le dará una visión o interpretará a su espíritu lo que usted ha orado en su idioma celestial de oración.



Solamente no se aligere y descargue todas sus demandas sobre Dios y entonces acabe su oración. De tiempo a Dios para hablarle. Él dará las respuestas a sus preguntas, guía para el día delante, y le ayudará a colocar en orden sus prioridades. A veces Él le dará un mensaje especial de estímulo para compartir con alguien por quien usted está intercediendo.



Cuando usted ora, no hay nadie ninguna postura aprobada para la oración. Usted puede orar:



n De pie: 1 Reyes 8:22; Marcos 11:25

n Postrándose: Salmos 95:6

n Arrodillándose: 2 Crónicas 6:13; Salmos 95:6; Lucas 22:41; Hechos 20:36

n Postrándose sobre su rostro: Números 16:22; Josué 5:14; 1 Crónicas 21:16; Mateo 26:39

n Extendiendo sus manos: Isaías 1:15; 2 Crónicas 6:13

n Alzando las manos: Salmos 28:2; Lamentaciones 2:19; 1 Timoteo 2:8


CÓMO LA ORACIÓN ES CONTESTADA



La Biblia revela que la oración es contestada:



n Inmediatamente a veces: Isaías 65:24; Daniel 9:21-23

n Tardada a veces: Lucas 18:7

n Diferente de nuestros deseos: 2 Corintios 12:8-9

n Más allá de nuestras expectativas: Jeremías 33:3; Efesios 3:20


LA VIDA DE LA ORACIÓN DE JESÚS



La oración debe ser importante a nosotros porque fue importante al Señor Jesús. Jesús es nuestro más gran modelo de oración de intercesión. Estudie cada una de las siguiente referencias sobre la vida de oración de Jesús:



JESÚS HIZO DE LA ORACIÓN UNA PRIORIDAD:



n Él oró de día o noche: Lucas 6:12-13

n La oración tomó la prioridad sobre el comer: Juan 4:31-32

n La oración tomó la prioridad sobre los negocios: Juan 4:31-32

n Él enseñó la oración a sus discípulos: Mateo 6:9-13



LA ORACIÓN ACOMPAÑÓ TODO EVENTO DE IMPORTANCIA EN SU VIDA:



n Su bautismo: Lucas 3:21-22

n Durante la primera excursión del ministerio: Marcos 1:35; Lucas 5:16

n Antes de escoger a los discípulos: Lucas 6:12-13

n Antes / después de alimentar los 5,000: Mateo 14:19,23; Marcos 6:41,46; Juan 6:11,14-15.

n Al alimentar los 4,000: Mateo 15:36; Marcos 8:6,7

n Antes de la confesión de Pedro: Lucas 9:18

n Antes de la transfiguración: Lucas 9:28,29

n Al retorno de los setenta: Mateo 11:25; Lucas 10:21

n A la tumba de Lázaro: Juan 11:41-42

n A la bendición de los niños: Mateo 19:13

n A la venida de ciertos griegos: Juan 12:27-28

n Para Pedro: Lucas 22:32

n Sobre el dar del Espíritu Santo: Juan 14:16

n En el camino a Emaús: Lucas 24:30-31

n Antes de Su ascensión: Lucas 24:50-53

n Por Sus seguidores: Juan 17

n Antes de Su más gran prueba: Mateo 26:26-27; Marcos 14:22-23; Lucas 22:17-19


LOS NIVELES DE ORACIÓN



Hay tres niveles de intensidad en la oración: Pedir, buscar, y llamar:



“Pedid, y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá” (Mateo 7.7-8).



Pedir es el primer nivel de la oración. Es simplemente presentar una demanda a Dios y recibir una respuesta inmediata. Para recibir, la condición es pedir:



“Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, pero no podéis obtener. Combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedis” (Santiago 4:2).



Buscar es un nivel más profundo de oración. Éste es el nivel de oración dónde las respuestas no son tan inmediatas como al nivel de pedir. Los 120 recogidos en aposento alto dónde ellos “continuaron” en oración son un ejemplo de buscar. Estos hombres y mujeres buscaron el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo y “continuaron” buscando hasta que la respuesta viniera (Hechos 1-2).



Llamar es un nivel más profundo. Es la oración que es persistente cuando las respuestas son más demoradas a venir. Se ilustra por la parábola que Jesús dijo en Lucas 11:5-10. También se ilustra por la persistencia de Daniel que continuó “llamando” a pesar del hecho que él no vio ningún resultado visible porque Satanás impedía la respuesta de Dios (Daniel 10).


LOS TIPOS DE ORACIÓN



Pablo requiere que los creyentes siempre oren con “toda oración y ruego” (Efesios 6:18). En otra traducción de la Biblia se lee “orando con cada tipo de oración” (Traducción de Goodspeed). Esto se refiere a los varios tipos de oración que incluye:



1. ADORACIÓN Y ALABANZA:



Usted entra en la presencia de Dios con adoración y alabanza:



“Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza. Dadle gracias; bendecid su nombre” (Salmos 100:4).



Adorar es dar honor y devoción. La alabanza no sólo es la acción de gracias y una expresión de gratitud por lo que Dios ha hecho pero por quién Él es. Usted debe rendir culto a Dios en espíritu y en verdad:



“Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a tales que le adoren. Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, le adoren en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24).



Adorar a Dios en verdad significa que usted lo rinde culto basándose en lo que se revela en la Palabra de Dios. Adorar en Espíritu es hacerlo tan sinceramente en el poder del Espíritu Santo, de su más profundo ser, poniéndolo primero sobre todos los otros. Cuando usted adorar en Espíritu, usted permite el Espíritu Santo dirigir su adoración. Usted no usa fórmulas artificiales o rituales de adoración. Usted no repite simplemente cantos u oraciones con su mente en alguna otra parte.



En cambio, usted abre los más profundo huecos de su corazón e mente, y alza alabanza y adoración a Él en sus propias palabras. A veces, el Espíritu Santo lo tomará completamente y usted empezará a adorar en “otras lenguas” de su idioma de oración.



Alabanza y adoración pueden ser con:



n Cánticos: Salmos 9:2,11; 40:3; Marcos 14:26

n Alabanza audible: Salmos 103:1

n Gritando: Salmos 47:1

n Alzando las manos: Salmos 63:4; 134:2; 1 Timoteo 2:8

n Aplaudiendo: Salmos 47:1

n Tocando instrumentos musicales: Salmos 150:3-5

n Levantándose: 2 Crónicas 20:19

n Postrándose: Salmos 95:6

n Bailando: Salmos 149:3

n Arrodillándose: Salmos 95:6

n Regocijándose: Salmos 149:5



2. COMPROMISO:



Ésta es oración que entrega su vida y voluntad a Dios. Incluye oraciones de consagración y dedicación a Dios, a Su ora, y a Sus propósitos.



3. PETICIÓN:



Las oraciones de petición son las súplicas. Deben hacerse las peticiones según la voluntad de Dios como revelado en Su Palabra escrita. Las peticiones pueden estar en los niveles de pedir, buscar, o llamar. La súplica es otra palabra para este tipo de oración. La palabra súplica significa “pedir a Dios o fuertemente suplicar a Dios en nombre de una necesidad”.



4. CONFESIÓN Y ARREPENTIMIENTO:



Una oración de confesión es arrepentirse y pedir el perdón el pecado:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1.9).



5. INTERCESIÓN:



La intercesión es la oración por otros. Un intercesor es uno que toma el lugar o suplica por el caso de otro. Es en este tipo de oración que el resto de este manual enfoca.






PRUEBA PERSONAL



1. Escriba el Versículo Llave de memoria.

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2. Defina la oración.

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3. Explique cómo la oración es contestada.

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4. Resuma el papel de la oración en la vida de Jesucristo.

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5. Identifique y defina los niveles de oración discutidos en este capítulo.

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6. Identifique y escriba una sinopsis breve de los cinco tipos de oración discutida en este capítulo.

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(Las respuestas se encuentran al final del último capítulo en este manual).






PARA ESTUDIO ADICIONAL



1. Aquí está una guía de oración para ayudarle a orar para los continentes y por el mundo:



Lunes: Ore por Asia

Martes: Ore por Europa

Miércoles: Ore por África

Jueves: Ore por América Del Norte

Viernes: Ore por América Latina

Sábado: Ore por Oceanía (naciones de la Isla)

Domingo: Ore por el mundo entero

2. Estudie las siguientes Escrituras de nuevo y entonces experimente orar en posiciones diferentes:



n De pie: 1 Reyes 8:22; Marcos 11:25

n Postrándose: Salmos 95:6

n Arrodillándose: 2 Crónicas 6:13; Salmos 95:6; Lucas 22:41; Hechos 20:36

n Postrándose sobre su rostro: Números 16:22; Josué 5:14; 1 Crónicas 21:16; Mateo 26:39

n Extendiendo sus manos: Isaías 1:15; 2 Crónicas 6:13

n Alzando las manos: Salmos 28:2; Lamentaciones 2:19; 1 Timoteo 2:8



3. Estudie los siguientes versículos de nuevo y entonces experimente alabar y adorar a Dios en las varias maneras que la escritura le dirige:



n Cánticos: Salmos 9:2,11; 40:3; Marcos 14:26

n Alabanza audible: Salmos 103:1

n Gritando: Salmos 47:1

n Alzando las manos: Salmos 63:4; 134:2; 1 Timoteo 2:8

n Aplaudiendo: Salmos 47:1

n Tocando instrumentos musicales: Salmos 150:3-5

n Levantándose: 2 Crónicas 20:19

n Postrándose: Salmos 95:6

n Bailando: Salmos 149:3

n Arrodillándose: Salmos 95:6

n Regocijándose: Salmos 149:5

la oracion

¿Oras en la mañana o en la noche?

¿Confías en las manos de El Señor cada salida?

¿Le tienes en cuenta al tomar tus decisiones?

¿Acostumbras a separar el tiempo de hablar con Dios?



¿Te sientes desanimado(a), triste, cansado(a), con los problemas de siempre y sin fe para confesar la victoria, a pesar de llamarte cristiano(a)? Evalúa el tiempo que dedicas a comunicarte con tu Dios, y mira a ver si no es cierto que tu relación con Él consiste en decir unas pocas palabras de rutina al levantarte y al acostarte y quizás cuando te sientas a la mesa ... si acaso, sin fe o fervor de clase alguna.

No te quejes si las cosas siguen en las mismas o tal vez, van de mal en peor. Sé sincero(a) contigo mismo(a) y acepta que le has fallado a tu mejor Amigo. Toma hoy la decisión de ser más fiel y comienza a separar más tiempo para restaurar la relación más importante de todas las que tengas o hayas tenido. ¡Te garantizo que vivirás la diferencia! Recuerda que la oración es el medio de comunicación que Dios ha establecido para con sus hijos.

AL QUE CREE TODO LE ES POSIBLE

ORAR es exhortarte a que lleves todas tus peticiones al Trono de Gracia. Cuando te deleitas en el Señor todas las peticiones de
tu corazón serán contestadas. ¡Dios puede! ¡Cristo puede!

¡Cuanto batallamos en nuestros razonamientos o los de otros, cuando de creer en nuestro señor se trata! ¡Cuanto se ha tambaleado nuestra FE cuando pedimos y esperamos y seguimos esperando y nuestra petición no es contestada!

Hay infinidad de razones por lo cuál eso sucede, solo recuerda ¨ORAR ES HABLAR CON DIOS Y NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS Y PARA EL QUE CREE, TODO ES POSIBLE.¨

La ORACIÓN se conjuga con la FE, porque sin FE es imposible agradar a Dios; "PORQUE EL QUE SE ACERCA A DIOS CREA QUE LE HAY, Y ES GALARDONADOR DE LOS QUE LE BUSCAN". (Hebreos 11:6)

¿Quieres aventurarte en el mundo de la fe y experimentar lo que hasta ahora ha sido para ti desconocido? Lo era para mí antes de conocer al Admirable, y ahora, me gozo en las maravillas que hasta entonces estaban vedadas por mi ceguera espiritual. Pero, un día ... "ME LLEVÓ A LA CASA DEL BANQUETE QUE PARA MÍ TENIA PREPARADO, Y SU BANDERA SOBRE MÍ FUE AMOR."(Cant. 2:4)

La vida Cristiana no puede vivirse sin orar correctamente, ella nos promete grandes bendiciones cuando oramos y nos muestra el poder de la oración eficaz. El Señor Jesús es el supremo ejemplo de la oración. Si el no pudo vivir en este mundo sin comunicación con Dios menos lo hariamos nosotros.

Al orar debemos tener un diálogo en el cual intervengan ¡ Dios y Usted!, (1 Tesalonicenses 5:17) -¨ORAD SIN CESAR¨- es decir una actitud permanente de Orar. Dios esta más interesado de hablar con sus hijos, de lo que nos imaginamos. Como padre, El quiere que lo conozcamos y que entendamos cuál es Su Voluntad, para que disfrutemos lo que El nos tiene preparado como sus hijos.

La Biblia habla de la ORACIÓN, nos exhorta y enseña a orar correctamente. Al ORAR debes tener en cuenta aspectos básicos que son:

ADORACION: inicie su tiempo diario de oración con alabanzas y acciones de gracias. Adorar a Dios por lo que Él es y darle las gracias por lo que Él hace. Debe ADORAR A EL SEÑOR PORQUE CONOCE LA GRANDEZA DE SU PODER.


Al practicar la Alabanza, Usted agrada a Dios. "El que sacrifica alabanza me honrará" (Salmo 50:23) y Aumentas tu propia FE "En ti confiarán los que conocen tu nombre" (Salmo 90:10). Cuando usted adora a Dios por su amor, por su misericordia, por su fidelidad, por su sabiduría y por lo perfecto que Él es, sus problemas se harán insignificantes y resultará más fácil dejarlos en manos del Señor. Siempre se debe acompañar la Alabanza con acción de Gracias.

CONFESIÓN: Es otro elemento que debe tomar parte de la oración diaria; cualquier pecado rompe la comunión íntima con Dios, (Isaías 59:2) y (Salmo 66:18). Debe haber un examen de su vida (Salmos 139:23-24). Todos nuestros errores y fallas deben ser confesados ante nuestro Padre, con corazón sincero y arrepentido. Acepta por FE el perdón y la limpieza prometida (1 Juan 1:19). No existe (1 Juan 1:19)

PETICIÓN: Debe pedir primero por el avance del reino de Dios y por las demás personas, antes de pedir por usted mismo; este orden esta sugerido por la oración modelo que Cristo nos dio en (Mateo 6: 9-13). Asi nos convertimos en soldados de primera línea, en el conflicto de Dios contra las fuerzas del mal.

Debe ser específico en sus peticiones: Cuál es su necesidad?, nombre de la persona, país, enfermedad, dolencia, solo así presenciaremos respuestas expecificas. (Juan 16:24) "Hasta ahora nada habeis pedido en su nombre, Pedid y recibireis para que vuestro gozo sea cumplido".

Recuerda que las peticiones deben ser hechas en nombre de CRISTO (Juan 14:13; 16:23) porque Él es unico intermediario entre Dios y los Hombres (1 Timoteo 2:5). Solo podemos establecer esa relación de amistad con Dios a través de Jesucristo, quien tomó nuestro lugar en la cruz para que pudiéramos tener paz con Dios. "Nadie viene al Padre ... sino por mí." (Juan 14:6). Por eso, oramos al Padre en el nombre de Jesús. Y como no sabemos pedir como conviene, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, quien nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo por nosotros conforme a la voluntad de Dios. (Romanos 6:26-27)

La oración del justo es el gozo de Dios, por lo que Él espera que le alabemos, lo adoremos, le demos gracias por las bendiciones que cada día derrama sobre nuestras vidas y también espera que le pidamos. Se agrada cuando le confiamos todos nuestros asuntos y creemos de todo corazón que Él puede suplir todas nuestras necesidades; espirituales, físicas y materiales.


Cuando oramos afirmamos nuestra fe, confirmamos lo que somos en Cristo, reconocemos nuestra debilidad, dependencia y necesidad de Él y fortalecemos los lazos de amistad con nuestro amado Salvador.

Los resultados de ese encuentro: una paz que sobrepasa todo entendimiento y una gratitud inmensa hacia nuestro Padre celestial por su gran e inefable amor.

No menosprecies el amor de Dios ni tengas en poco su amistad. Toma hoy la decisión de restaurar tu vida de oración y mejorar tu relación con Aquél que su vida dio por ti. Con sus brazos bien abiertos y su mirada tierna llena de amor. Él te está esperando. Acude cada día a la cita más importante y vivirás la diferencia. PIDE, BUSCA, LLAMA, NO TEMAS. SOLO CREE...

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las cosas? (Rom.8:32)

Porque nada hay imposible para Dios. (Luc.1:37) JESUS le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. (Mr.9:23) Respondiendo JESUS, les dijo: Tened fe en Dios. (Mr.11:22)

Halloween


Lamentablemente, estamos muy acostumbrados a actuar desconociendo el significado detrás de nuestras acciones. Un ejemplo es el 31 de Octubre, Halloween o día de los santos. Esta festividad nos parece muy inofensiva y divertida; pero ¿En verdad es inofensiva?

Quisiera compartir con ustedes el origen de la historia de Halloween con la esperanza de que el pueblo de Dios conozca la procedencia satánica de esta celebración, tome su lugar como luz del mundo y no rinda honor a Satanás en este día.

Unos 600 años A.C. había una civilización llamada los célticos y habitaba en el área de Escocia, Francia y Gran Bretaña. Sus líderes religiosos eran los druidas. En el calendario de los druidas el año nuevo comenzaba el primero de Noviembre; o sea, que 31 de Octubre era el día en que rendían honor al dios de la muerte que se llamaba Sam Hain. Era la creencia que durante esta noche los espíritus diabólicos se paseaban por la ciudad para atormentar, destruir y matar a la gente; de modo que para ahuyentarlos dibujaban caras horrendas en las puertas de sus casas y traían sacrificios a Sam Hain.

Cuando Roma invadió a Europa y conquistó a los célticos, como justamente para finales de Octubre los romanos también celebraban un festival en honor a los muertos junto a otro dedicado a la diosa de las frutas, o “Pomona”; para los años 800, estos tres festivales fueron reconocidos y unidos por la iglesia católica y fueron establecidos por el Papa Gregorio III como el “día de los santos”.

Otro nombre dado a esta celebración fue “Allhallowsmas” y al día anterior “All Hallows Eve”, el cual conocemos hoy como Halloween. Más adelante el papa Gregorio IV estableció que se reconociera universalmente el día de los santos y que todo el mundo celebrara una misa para los muertos.

La procedencia de Halloween no tiene nada “santo” como el nombre desea implicar. Debido al temor a Dios de nuestros antepasados, esta celebración no era reconocida ni celebrada en América hasta hace unos ciento cincuenta años, cuando el número de inmigrantes europeos aumentó en gran manera; y juntamente con ellos vinieron sus tradiciones.

Está de más decir que esta celebración fue rápidamente acogida por los comerciantes; y se reporta que más de 100 millones de dólares son consumidos anualmente por el pueblo americano, en disfraces sólamente; y es triste notar que los disfraces más populares son los más horrendos y miedosos.

Cada día nos acostumbramos más y más al ocultismo y a las actividades demoníacas. En la televisión y en las películas de Disney y de Hollywood, éste es uno de los temas de mayor interés y ha despertado la curiosidad de nuestros jóvenes y adolescentes lo cual ha inclinado a muchos de ellos a buscar los malignos poderes de las tinieblas.

Desde afuera vemos que los mayores objetivos de Halloween son: burlarse de la muerte, asustar a los demás y relacionar a las personas con el mundo de las tinieblas; pero aún más triste son las actividades que ocurren en este día entre los seguidores de Satanás y que no vemos: En medio de escandalosas orgías y en un ambiente cargado de maldad, muchos animales son sacrificados durante las horas de la noche de Halloween. Hay además muchos testimonios dados por ex-satanistas que declaran que uno de los mayores sacrificios a Satanás son los sacrificios de niños.
Algunos declararon que la tarea primordial de algunas mujeres satanistas era concebir y dar luz un hijo (fuera de los hospitales, por supuesto), para luego sacrificarlo a Satanás, el dios de las tinieblas.

¿Sabía usted que muchos niños desaparecen cada año?
Algunos son hallados muertos pero no se pueden identificar; y muchos de los restantes nunca aparecen. Es triste siquiera imaginar qué les pudo haber pasado. Cada día de halloween, miles de niños son llevados de emergencia a los hospitales debido al consumo de dulces envenenados y hasta se han reportado casos de objetos afilados hallados en los dulces.

La palabra de Dios dice:

“Sed sobrios y velad porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar” 1ª Pedro 5:8

Sabemos que el enemigo desea encontrar la oportunidad para poder destruirnos. Satanás odia a la humanidad. Siempre desarrolla planes perversos para engañar y hacer daño. Esto no quiere decir que si su hijo/a se disfraza será poseído por el diablo; pero sí es cierto que al usted participar en las festividades de ese día y rendir honor a Satanás, se convierte en un “buen candidato” delante de los principados y potestades en los aires para ser oprimido y atacado.

Mi deseo no es inculcarle temor pero sí consciencia de que los espíritus del mal existen y no debemos darles ninguna oportunidad. “Abstenéos de toda especie de mal” nos dice la Biblia en 1ª de Tesalonisenses 5:22.

Es por esa razón que la iglesia de Dios, el pueblo escogido de Dios, los hijos de luz, no debemos tomar parte en esta celebración. He visto el caso de algunas iglesias que dicen: “nosotros no celebramos ese día en la calle. Lo que hacemos es disfrazar nuestros hijos de personajes bíblicos y pasamos la noche en la iglesia”.

Mi pregunta es: ¿tiene que ser el mismo día? Como hijos de luz ¿no debiéramos hablar con nuestros niños sobre el verdadero significado de Halloween? Quizás se sorprenda usted de la reacción de su hijo/a.

Pareciera ser que estuviéramos “negociando” con el adversario. Decimos: vamos a celebrar el día de halloween bajo otro nombre, quizás “noche de disfraces” o “fiesta cristiana”. Cuán glorioso sería si todo el pueblo de Dios se uniera en oración e intercediera por las víctimas de este día, haciendo guerra espiritual. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Efesios 6: 12

Pido al Dios Todopoderoso que toque tu entendimiento para que recibas esta verdad en tu espíritu y no te conformes a este siglo. Quizás al iniciarse este día no conocías la verdad sobre Halloween y por eso rendías “inconscientemente” honor a Satanás; pero ahora conoces la verdad. Es tu decisión.

Es tu responsabilidad delante Dios de instruir a tus hijos en el camino correcto.

“Instruye al niño en su camino y aún cuando fue de viejo no se apartará de él” Proverbios 22:6


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